En el caso de Órdenes y su Estudio se trata básicamente del impulso, la conexión fisiológica entre cerebro y mano. En ese nivel. Cuando estamos frente a los perros de cera vemos la mano que modela y es en esta visión inmediata que el discurso mal entendido de las escuelas de arte contemporáneo, así en cursivas, queda parcialmente suprimido. Suele suceder que, con toda la información que posee un estudiante de arte con aspiraciones de artista, a la hora de llevar a cabo su trabajo se cuestione el acto de pintar o el acto de esculpir como estados de producción en camino a la obsolescencia o ya obsoletos hace tiempo. Olvida por entonces el carácter espontáneo de todo comienzo. No porque estemos un año jugando a viajar por distintos lugares vamos a convertirnos en nómades. El nómade verdadero, el de la tribu, tiene en sus genes y en su construcción mental al nomadismo como principio y fin de la vida y le es inseparable. El acto de Órdenes, entonces, no remite tan sólo a un esfuerzo más o menos conciente de construcción, sino a una experiencia compulsiva dirigida a modelar ALGO con las manos. Es en cierto modo la prolongación de la infancia en la adultez: la plasticina, la greda, el aluminio, en el Órdenes, egresado de Licenciatura en Arte, son los mismos que en el Órdenes niño, 15 años atrás.

 

Antonio Duarte - 2008